Enfermedad Inflamatoria Intestinal

Cuando un agente externo “choca” al organismo, la reacción natural es la inflamación, una respuesta fisiológica de nuestro sistema inmunológico ante la presencia de un daño o trastorno. Muchas pueden ser las causas de esta respuesta y de muy distinta naturaleza: lesiones por golpes, de tipo infeccioso, fracturas, irritaciones por lesiones crónicas como la del humo del tabaco, nutrición deficiente, debido a medicamentos y en general, a un gran número de distintas enfermedades.

La inflamación en algún sistema orgánico se reconoce porque puede provocar una sensación de cansancio general, dolor focalizado en la zona afectada, pérdida de peso, problemas con la digestión, erupciones en la boca y otras alteraciones. Hoy vamos a referirnos específicamente a un tipo de inflamación bastante común y complicada: la enfermedad inflamatoria intestinal.

Hay 2 variantes de la inflamación del intestino:

  1. La Colitis nerviosa. Que afecta al revestimiento interno del intestino grueso y el recto.
  2. La Enfermedad de Crohn. Que afecta el recubrimiento del extremo inferior del intestino delgado y el inicio del intestino grueso, aunque también puede afectar a cualquier parte del aparato digestivo.

Ambas variantes son enfermedades crónicas y las dos requieren una supervisión constante y personalizada de parte del médico especialista en Proctología.

Tanto la colitis ulcerosa como la enfermedad de Crohn se refieren a inflamación y a úlceras. Se desconoce el origen de estas dolencias aunque es común que las padezcan personas con problemas en su sistema inmunitario.

Una persona con inflamación intestinal tiene riesgos mayores en caso de no ser atendida oportunamente.

Los síntomas más frecuentes son:

  • Estreñimiento, diarrea, distensión.
  • Incontinencia.
  • Sangrado.
  • Acidez estomacal.
  • Dolor en el abdomen.
  • Náuseas y vómito.
  • Retorcijones e hinchazón abdominal.
  • Pérdida de peso inexplicable.

Las enfermedades inflamatorias no pueden evitarse, los pacientes no son culpables de ninguna omisión o estilo de vida. Pueden tardar varios años en aparecer y aún no existe un tratamiento definitivo. Sin embargo, se debe tomar en cuenta que la evolución de estas afecciones varía de acuerdo a los tratamientos que administre el Proctólogo, aquéllos tratamientos que han demostrado producir cambios positivos. No obstante, la respuesta a los tratamientos existentes es individual y personalizada mediante un conjunto de pruebas y procedimientos de análisis químico, endoscópicos, radiografías, resonancia magnética y otros.

El tratamiento está dirigido a reducir la inflamación que desencadena signos y síntomas y conducir no sólo al alivio de los mismos sino a la remisión a largo plazo y a la reducción de los riesgos de sufrir complicaciones graves.

Su médico, diseñará el mejor tratamiento de acuerdo a sus circunstancias y lo acompañará en todo el proceso.

Estoy a sus órdenes.

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